El presidente del Real Instituto Elcano considera que el objetivo del movimiento MAGA que abandera el presidente norteamericano es asegurarse la hegemonía del poder, que "el mundo que conocimos hace cinco o diez años ya no volverá" y que la fragmentación de la clase media es una de las razones de la polarización

José Juan Ruiz (Tarancón, 1957) preside el Real Instituto Elcano desde febrero de 2021, cargo que compagina con el de miembro del Consejo Asesor de Asuntos Económicos del Ministerio de Economía. Economista de formación y pertenece al cuerpo de Economistas y Técnicos Comerciales del Estado, a lo largo de su vida profesional ha ocupado varios puestos en el Ministerio de Economía y ha ejercido como economista jefe e investigador en varias instituciones financieras, lo que le proporciona una visión privilegiada de lo que está ocurriendo en la economía mundial.

Ruiz acaba de publicar un artículo de investigación en Elcano en el que analiza la reconfiguración del orden económico global bajo la estrategia MAGA de Estados Unidos y sus implicaciones para China y la Unión Europea. El economista argumenta la “racionalidad” de dicha estrategia y cómo el proteccionismo estadounidense le está resultando “óptimo a corto plazo” a EEUU. El panorama que dibujan estas páginas es el de un mundo en “transición dolorosa” en el que la racionalidad política se impone a la racionalidad económica y donde “la victoria ya no consiste en crecer, sino en hacer que el rival pierda más”.

Dice en las conclusiones de su trabajo: “Sabemos que esto terminará mal. La cuestión no es si habrá crisis, sino cuándo, y quién emergerá de los escombros”. ¿Se atreve a responderla?

Lo importante es el contexto y cómo está hecho ese análisis. En realidad, lo que intenta es entender la racionalidad de lo que a todos nos parece como improvisado, como un tema que va llegando en oleadas que no están coordinadas. Y mi impresión es que estamos viviendo un mundo en el que todo es más racional de lo que parece. Los agentes se mueven, cada uno de ellos intenta defender sus intereses: lo que ha cambiado es el interés.

¿Cuál es ahora el interés?

Durante mucho tiempo, prácticamente desde la Revolución Industrial, desde Adam Smith y Ricardo, la idea era tener juegos de suma positiva; es decir, si colaboramos y competimos, la especialización lleva a un proceso de mejora de la eficiencia, y la mejora de la eficiencia genera incremento de productividad, y el incremento de productividad genera más bienestar. Ese es el mundo en el que hemos vivido. La interdependencia y la eficiencia eran objetivos que eran positivos para todo el mundo. Mi sensación es que hemos entrado en un juego de suma cero: es decir, un juego en el que la economía ha ido cediendo estos razonamientos económicos a otros razonamientos que son más geoeconómicos o geopolíticos. Estamos hablando más de poder que de economía. Y el poder, por definición, no es un concepto de suma positiva, el poder es relativo: para que tú tengas más poder, alguien tiene que perderlo. Esta idea de juego de suma negativa es lo que creo que está detrás de los acontecimientos que estamos viendo.

¿Qué ha cambiado para que esto suceda?

Estados Unidos, el poder hegemónico, percibió que, de continuar colaborando, cooperando y siendo cada vez más interdependiente, su situación iba a ir deteriorándose. Hizo un análisis de qué es lo que ocurrió a partir de los años 2000, con la llegada de China y la globalización, y percibió que en ese juego Estados Unidos perdía poder económico, político y, por lo tanto, había que cambiar esas reglas de juego. Quizás la frase más brutal que define esta nueva filosofía es la del secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, ante el Senado: “Este orden internacional está obsoleto y nuestros aliados y rivales han weaponizado sus reglas contra nosotros”. Esta es la percepción que hay detrás de todo el movimiento MAGA: que el orden, las reglas, las instituciones, conducen probablemente al declive del poder hegemónico y de la fuerza indiscutible de Estados Unidos. Es todo muy racional, todo este movimiento está muy bien pensado.

Muchos tienen la sensación de que Trump actúa a bandazos.

Y me produce mucho desasosiego. Probablemente en los detalles y en los matices sí, pero el pasar de un juego de suma positiva a un juego de suma cero no es tan irracional si uno tiene en cuenta la visión de un país como el que ellos tienen. Y, en segundo lugar, en ese juego de suma negativa, lo que ocurre es que, aunque todos perdamos en el proceso, si al que agredes pierde más que tú, tú estás mejor en términos relativos. Y este es un poco el renacer. O sea, cuando dicen America first, es literal: vayamos a recuperar poder para Estados Unidos. Y la verdad es que, en todos estos meses, la gente en la calle te dirá que a Trump le está saliendo bien. Lo que ha ido viendo a lo largo de todos estos meses cada uno de los países a los que se ha enfrentado es que enfrentarse tenía más riesgos que aceptar. Y aunque ha subido su cuota [arancel] para poder seguir manteniendo su relación con Estados Unidos y paga más, y, por lo tanto, ha hecho una transferencia de bienestar, es una situación de equilibrio mejor que la de enfrentar. Leyeron muy bien los incentivos y cuáles iban a ser las reacciones de una gran parte de la economía mundial.

Hay un debate sobre si Estados Unidos se dirige hacia un estancamiento con inflación.

Esto es analizarlo con las variables y las métricas del pasado, este es el tema. Ellos no están muy preocupados con ese riesgo. Los datos no son tan determinantes. Ha habido una desaceleración en el crecimiento, que es importante, fundamentalmente en la creación de empleo, pero la situación de la que se partía era una situación de pleno empleo. Hay más riesgo de tener más inflación que de tener una crisis de empleo. Pero –insisto– lo importante no es tratar de analizar lo que está ocurriendo con métricas de la economía del crecimiento, porque a lo mejor el crecimiento no es la prioridad. La prioridad es tener un poder hegemónico y un dominio sobre las relaciones, las instituciones y, sobre todo, redefinir las reglas porque, como piensa Marco Rubio: las reglas han estado siendo utilizadas contra nosotros. La forma de vivir en un mundo con reglas es cambiar esas reglas y las vamos a cambiar de una manera violenta, imponiendo las nuestras.

La estancia de Trump será temporal. ¿Cree que volveremos a las reglas anteriores?

No, al mundo internacional que conocimos hace cinco o diez años ya no volveremos. Heráclito dijo que nunca te bañas en el mismo río. ¿Va a ser siempre un mundo tan de shocks como el que estamos viviendo, uno detrás de otro? Probablemente no, pero dependerá mucho de cuál sea la evolución de la política y de la economía. En la famosa foto de Xi Jinping y Putin con todos los demás líderes autocráticos en el puente no estaban hablando ni de aranceles, ni de bombas atómicas, ni de Ucrania o de Gaza: de lo que estaban hablando era de la inmortalidad.

¿Qué es lo que más le preocupa de todo este nuevo orden que está surgiendo?

Que estamos muy centrados en temas que son muy importantes, como los aranceles, la autonomía estratégica, el alineamiento, los bloques... Pero si hay un lugar en el que Estados Unidos tiene un dominio absoluto, comparable al que tiene en otras áreas económicas, de seguridad, defensa, tecnología, se llama sistema financiero. El sistema financiero global está apoyado en el dólar. Solo hay un sistema financiero en el mundo, que es el de Estados Unidos. Por cada dólar que se negocia en comercio de bienes y de servicios, hay 17 dólares financieros. Y cómo funcionan y cómo se interrelacionan esos 17 dólares es lo que representa Estados Unidos. El yuan no es una moneda internacional. La moneda internacional es el dólar. Y, por lo tanto, la fortaleza del dólar, la confianza en la divisa, la independencia de la FED, que todo esto siga funcionando, es el cierre del equilibrio global. Si el dólar, por alguna razón, pierde esas características, tendríamos un shock financiero casi con toda seguridad.