
José Luis Ábalos ha logrado, por segunda vez, esquivar su ingreso en prisión, aunque esta vez la tensión fue máxima. El exministro socialista compareció ante el Tribunal Supremo en una jornada marcada por el silencio denso , la ruptura con su abogado defensor y la advertencia judicial sobre un riesgo de fuga creciente conforme se acerque el juicio oral.
El magistrado Leopoldo Puente , instructor del conocido caso Koldo , decidió mantener en libertad provisional al diputado, pese a las solicitudes de prisión de las acusaciones populares . Una decisión sustentada en el hecho de que la Fiscalía Anticorrupción , encabezada por Alejandro Luzón , no respaldó esa medida excepcional, aunque sí reconoció la existencia de indicios de posible evasión futura.
A lo largo de más de cinco horas , Ábalos esperó la resolución en los pasillos del alto tribunal, acompañado únicamente por el abogado con quien mantiene —según reconoció él mismo— « diferencias irreconciliables ». Esa fractura en su defensa jurídica quedó plasmada no solo en su mutismo ante el juez, sino también en una escenografía insólita: abogado y cliente llegaron y salieron por separado.
El juez fue claro. En tono severo, y tras varias interrupciones, interpeló directamente al exsecretario de Organización del PSOE : « Esto no es el Congreso, dime si vas a declarar o no ». Ábalos optó por el silencio procesal , mientras trataba de proyectar una imagen de víctima, según fuentes presentes en el interrogatorio. Rechazó declarar mientras no se resolviera su petición de designar nuevo letrado, algo que Puente desestimó al menos hasta que comparezca su exasesor Koldo García .
La jornada estuvo atravesada por la sombra de la prisión , que planeó sobre el exministro durante horas. A su salida, con el auto de libertad en la mano y gesto serio, se subió a un taxi en solitario, mientras sus abogados abandonaban el tribunal en otro vehículo. En el fondo, la resolución judicial advierte: conforme avance la instrucción, podrían adoptarse medidas cautelares más severas . La retirada de pasaporte y las comparecencias quincenales son, de momento, suficientes.
El juez ha sido tajante en su auto: la condición de aforado y diputado no puede ser un blindaje frente a los riesgos procesales. De hecho, en el mismo documento, Puente apela al Congreso de los Diputados para que reflexione sobre el « estupor social » que puede suponer que un parlamentario investigado por corrupción mantenga su escaño con total normalidad.
Este episodio deja varias conclusiones. La primera, que el caso Ábalos entra en una fase de máxima sensibilidad política y judicial . La segunda, que la estrategia de defensa del exministro está en crisis. Y la tercera, que, aunque de momento haya esquivado la celda, el reloj judicial sigue corriendo, y el horizonte penal se cierne con más fuerza sobre quien fue durante años uno de los hombres más poderosos del PSOE .