Cuando la administración Trump anunció el mes pasado que cada nueva visa H-1B tendría una tarifa de US$ 100.000, el objetivo parecía claro: animar a las empresas, en particular a las tecnológicas que participan activamente en el programa, a empezar a contratar trabajadores estadounidenses y a dejar de reducir los salarios en el país.

Sin embargo, el sector sanitario está preocupado por la posibilidad de que el aumento del precio de la visa H-1B ponga en peligro la capacidad de los hospitales en zonas rurales y desatendidas para atraer trabajadores extranjeros y cubrir la escasez de especialistas necesarios para atender a la comunidad.

“De ninguna manera vamos a pagar US$ 100.000”, dijo Carolynn Lundry, coordinadora del Programa de Residencia del Hospital St. Luke’s, en Chesterfield, un s

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