El CEIP Tramuntana, ubicado en el antiguo solar de La Femu, en Palma, es el último gran colegio público inaugurado en Baleares. Su apertura era vital para atender una demanda incesante de nuevos alumnos, pero su extenso patio, básicamente una gran explanada de hormigón, ignora la demanda social por reverdecer estos espacios. Es algo que sí se escucha en ciudades europeas como Cophenague, París o Barcelona, pero también en Bilbao, Málaga o Sevilla. No es el caso de las Islas.
«Tenemos una normativa muy anticuada que obliga a habilitar pistas deportivas encementadas de grandes dimensiones . Y en los centros educativos más urbanos suelen ocuparlo todo», lamenta la arquitecta y directora del estudio Arquitectives, Cristina Llorente, que este miércoles en Palma ha impartido una conferencia

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