Estados Unidos dejó atrás la diplomacia y cruzó una línea decisiva: pretende designar al Cartel de los Soles —y por extensión a Nicolás Maduro y su cúpula— como organización terrorista extranjera. Es un golpe político, jurídico y militar sin precedentes contra un régimen que ya no controla sus propias fracturas internas.

La advertencia es inequívoca. La medida, ejecutable sin aprobación del Congreso, coloca a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y a la cúpula militar vinculada al narcotráfico en la categoría de objetivos enemigos. Es la escalada más seria en 25 años de conflicto político entre Washington y Caracas.

El precedente de Panamá en 1989 pesa en la memoria hemisférica. Estados Unidos agotó la vía diplomática desde 2019, cuando exigió elecciones libres y respeto a los derechos humano

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