A veces, una sola curva cambia todo. Una carretera vacía, una noche de regreso, una canción aún sonando en la radio. Y de pronto, el silencio.
La madrugada del domingo 30 de noviembre dejó una herida profunda en Cantabria. Tres jóvenes, de 22, 23 y 25 años, perdieron la vida en un accidente de tráfico en el kilómetro 244,9 de la carretera N-634 , a la altura de Virgen de la Peña , en el término municipal de Cabezón de la Sal . El siniestro se produjo en torno a las 00:30 horas y, pese a la rápida actuación de los servicios de emergencia, no hubo posibilidad de salvarles la vida.
Las víctimas fueron identificadas como Pau Solá , de 22 años; Borja Díaz , de 23; y Álex Fernández , de 25, murieron cuando el coche en el que viajaban, un Seat Cupra , se salió de la vía a la altura del kilómetro 244,9 de la carretera N-634 , en Virgen de la Peña , y terminó volcado tras chocar contra el muro del restaurante Los Abetos .
El recorrido final de una noche entre amigos
Los tres jóvenes regresaban de una cena en San Cipriano , un plan habitual de fin de semana entre amigos. Tras una parada intermedia en Casar de Periedo, desde donde era natural el conductor del vehículo, retomaron el camino hacia el núcleo principal de Cabezón. Viajaban en un Seat Cupra que, por causas aún no determinadas, se salió de la vía , volcó tras impactar con una isleta y acabó estrellándose contra el muro del restaurante Los Abetos .
La violencia del impacto fue extrema. El vehículo dio varias vueltas de campana antes de quedar completamente destrozado. El accidente ocurrió en una zona conocida por su cercanía a la vía del tren y por ser uno de los accesos más transitados del municipio.
Una carretera reformada que no impidió la tragedia
La Delegación del Gobierno ha confirmado que ese tramo de la N-634 había sido reformado recientemente y que su estado era óptimo. Pese a ello, el siniestro se cobró tres vidas y plantea preguntas sobre factores adicionales que pudieron estar presentes: exceso de velocidad, fatiga, distracción, error humano o algún fallo mecánico .
La investigación de la Guardia Civil de Tráfico sigue en curso. Se están revisando tanto las condiciones del coche como posibles elementos externos que pudieran haber influido en la maniobra fatal.
El perfil de las víctimas
Las tres víctimas compartían amistad, juventud y arraigo en la zona. Pau Solá , de 22 años, conducía el coche. Era vecino de Casar de Periedo . Borja Díaz , de 23, vivía en Cabezón de la Sal , mientras que Álex Fernández , de 25, era residente de Herrera de Ibio , pedanía de Mazcuerras . Eran muy conocidos por su implicación en la vida social y deportiva de la comarca.
La conmoción comunitaria ha sido inmediata. No solo por lo impactante del accidente, sino por lo simbólico de la pérdida de tres jóvenes que representaban el presente de sus pueblos. Sus funerales y el luto declarado reflejan el vacío que dejan en sus respectivas comunidades.
Una estadística que vuelve a crecer
Con esta tragedia, Cantabria suma ya 19 fallecidos en carretera en lo que va de 2025. Un número que supera las cifras del año anterior y que subraya un problema persistente en la región: la mortalidad juvenil en siniestros viales . Accidentes similares, ocurridos en Lunada o Estacas de Trueba , también tuvieron como víctimas a jóvenes que regresaban de planes de ocio.
Las autoridades insisten en la importancia de la concienciación vial , especialmente en trayectos cortos, conocidos, o en horario nocturno, cuando la confianza al volante puede llevar a una falsa sensación de seguridad.
Más allá del duelo
El accidente de Cabezón de la Sal no es solo un hecho trágico. Es también un punto de inflexión. Pone sobre la mesa la urgencia de revisar los mecanismos de educación vial , los protocolos de prevención en jóvenes conductores y la necesidad de un enfoque más integral que aborde estos episodios desde una perspectiva no solo policial o técnica, sino social y educativa .
El impacto en los municipios afectados se prolongará más allá de los días de luto. En cada carretera, en cada familia, en cada grupo de amigos, queda la sensación de que algo se ha roto. La juventud de Pau, Borja y Álex , y la forma en la que perdieron la vida, son un recordatorio de que la carretera no perdona, incluso cuando parece segura.
Un patrón que preocupa: juventud y mortalidad vial
El accidente se produce nueve meses después del suceso del puerto de Lunada , donde cuatro jóvenes madrileños, todos de 21 años, perdieron la vida al despeñarse por una ladera en la carretera CA‑643. Aquel operativo, que movilizó a bomberos de varios parques, técnicos de rescate y psicólogos del Gobierno de Cantabria, marcó uno de los sucesos más duros del año.
Con el siniestro de Virgen de la Peña, Cantabria suma 19 fallecidos en carretera en 2025, superando ya la cifra del ejercicio anterior. El denominador común más preocupante: la elevada presencia de víctimas jóvenes.
Una investigación en curso y un duelo que se prolongará
Mientras se analizan las causas del accidente, las instituciones insisten en la necesidad de reforzar la educación y la cultura vial , especialmente entre conductores jóvenes, para reducir riesgos asociados a los desplazamientos nocturnos y festivos.
La comunidad cántabra continúa asimilando el impacto emocional de esta nueva tragedia, que se suma a la de Lunada y a otras ocurridas en los últimos meses. El vacío dejado por Pau, Borja y Álex permanecerá durante mucho tiempo en sus municipios, donde su pérdida ha puesto de nuevo en el centro del debate la fragilidad de la seguridad vial y la urgencia de seguir trabajando en su mejora.

ALERTA El Diario de Cantabria
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