En los regímenes totalitarios, el sistema judicial está bajo el control absoluto del ejecutivo. Las leyes se implementan de manera arbitraria y no para proteger los derechos individuales. Los juicios carecen de transparencia, y el debido proceso es un concepto inexistente, ya que las decisiones judiciales están determinadas por la política y la ideología del régimen. Los disidentes y opositores políticos son víctimas de todas las herramientas que posee el estado para mantener el control y perpetuarse en el poder. Esto lo sabemos… Pero que esta locura ocurra en países que fueron faros de libertad y justicia en su momento, deja mucho que desear. Sin embargo, el que todavía existan jueces que actúan sin miedo y con humanidad, habla de que no todo está perdido.
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