Grandes talentos del pop español ayudaron a forjar un álbum particular de la artista que después cambiaría su nombre por Yurena, que se vendió poco en su momento y hoy es inencontrable; las personas que lo hicieron posible desentrañan sus misterios 25 años después
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Corría el año 2000, y actuaba en Madrid una escena musical que se había aburrido en el ambiente denso y pardo del indie de los noventa. Había algo petardo en estos jóvenes que no estaba bien visto y que, en cambio, enlazaba mucho mejor con la generación anterior, la de los ochenta. Cuando Tamara emergió como exótico personaje televisivo, vulnerable y sensible, a la par que decidida a ser una superestrella, esta nueva escena sintió que la entendía.
Este idilio, que convivió con el desprecio de otro público y otros artistas que por aquel entonces se tomaban a sí mismos muy en serio, resultó ser un campo magnético que acabó atrayendo a Tamara —pues aún era conocida así— a su terreno. Un terreno muy poco comercial: divertido, desprejuiciado, algo amateur, de bajo presupuesto, gamberro incluso: el underground de los dos miles. “Dios le ha dado una segunda oportunidad a España enviando a Tamara, que viene a liberarnos de la mediocridad conservadora de Alejandro Sanz y Raúl”, dijo Nacho Canut, de Fangoria.
El disco Superestar lo publicó un sello llamado Piérdete, propiedad de Sergio Aguilar, director de la primera discográfica dedicada íntegramente al hip-hop español: Yo Gano. ¿Cómo acaba una artista como Tamara grabando para la casa que publicó a El Club de los Poetas Violentos o Frank T? Bueno, Aguilar también tenía ese lado que antes hemos denominado petardo. “Piérdete era para la música pop, pero con un punto irreverente, retro, ochentas, no sé, huyendo un poco del tipo de música que había por entonces y haciendo algo un poquito más divertido”, recuerda.
Y los mejores aliados para eso no estaban en Madrid, sino en Barcelona. Genís Segarra, teclista del grupo Astrud, estaba creando un sello para editar a los grupos de sus amigos, que se unían y desunían en diferentes formaciones (Les Biscuits Salés, Stardu, Arden…), incluyendo su proyecto paralelo, tan desconocido y recreativo como los demás, Hidrogenesse. Esa estructura, para la que no tenía empresa ni licencia, pero sí mil ideas, se llamó Austrohúngaro, y por ello publicó sus primeros discos en Piérdete, junto a Sergio Aguilar.
“En esas estaba yo cuando Tamara empezó a salir en Crónicas Marcianas”, señala Aguilar. El despacho de abogados que llevaba sus asuntos era el de Juan Canut y Clara Barral. A Juan en la música se le conoce como Johnny, batería de Los Nikis, Los Vegetales e incluso brevemente en Parálisis Permanente, y es hermano de Nacho Canut de Fangoria. Otro de los hermanos también está en la música, Mauro, jurado en Eurovisión e integrante junto a los otros Canut de Los Vegetales, y pareja además de Clara Barral. “Un día, hablando con Clara, empezamos a hablar de esta chica que salía en la tele”, prosigue Aguilar tirando de recuerdos. El diseñador Tori Alimbau, que se ocupaba de la imagen gráfica de sus sellos, recuerda que él y Araceli, cantante en las mencionadas Les Biscuits Salés, le dieron “la tabarra” con insistencia para que publicara a Tamara en Piérdete.
“Dijimos: lo mismo le podemos sacar un disco en este sello que he montado de rollo pop”, prosigue Aguilar. Lo decían “por probar”, porque estaban seguros de que alguien se les habría adelantado, pues “todo el mundo llevaba semanas hablando de ella”. El director llamó a la productora del programa que presentaba Javier Sardá y consiguió el contacto. Clara y Sergio quedaron con ella, “que vino, obviamente, con su madre”. La artista les dijo que, aunque había grabado ya un disco, de poca repercusión, no tenía discográfica. Dijo sí de inmediato y propuso recuperar alguna de esas canciones, junto con otras nuevas. “Y así fue como firmamos un contrato”, dice Aguilar.
“Para Sergio, fichar a Tamara era tirar piedras contra su propio tejado porque los grupos de hip-hop que sacaba eran heteropatriarcado no, lo siguiente. Hacerlo habla mucho de su libertad y de su capacidad de arriesgarse”, afirma Alimbau.
Barral y Aguilar querían sacar algo lo antes posible, aprovechando el pico de popularidad, y por eso decidieron publicar enseguida la canción que más sonaba en televisión, No cambié, escrita por Leonardo Dantés, y después crear nuevos temas con otros compositores, pero de un estilo totalmente diferente. Se les ocurrió que podía ser una buena combinación trabajar con autores que venían de los ochenta, como Carlos Berlanga, Nacho Canut o Luis Miguélez, junto a otros de la escena indie del momento, como Tito Pintado de Penelope Trip, o Ibon Errazkin y Teresa Iturrioz de Le Mans (posteriormente, Single); “eran las personas a las que conocíamos, teníamos amistad o amigos en común”.
A pesar de su fama y de su estribillo extremadamente pegadizo, No cambié se situó como la discreta cara B de este maxisingle, que se abría con A por ti, un tema que venía de ese disco anterior, que era más bien una maqueta autoproducida. Rafa Spunky, músico, dj y colaborador habitual de Fangoria, produjo ese tema, así como una remezcla de diez minutos titulada “sin ropa interior remix”. “Me suena que veníamos de algún concierto de Fangoria en la furgoneta y Nacho Canut me dijo si me apetecía producir a mí el single de Tamara”, recuerda Spunky. “Pues mira, sí, venga”, fue la respuesta. La llama había prendido, por tanto, entre lo mejorcito del tecnopop español, aunque Tamara no los conociera.
Spunky trabajó las bases del A por ti en casa y después las llevó a Blue Box, el estudio de Javier Almendral en la calle Génova. Todos recuerdan que grabaron “cerca de la sede del PP”. Almendral, además de ser ingeniero de sonido, había tocado en míticos grupos oscuros y venerados como Demonios Tus Ojos (junto a Javier Corcobado) y Vírgenes Adolescentes. Eligen, por tanto, el estudio de alguien que sabe apreciar las rarezas. “Para hacer la remezcla, le pedí a Tamara que me susurrara toda la canción: házmelo en plan sexy. El remix funcionó muy bien fuera y alguien nos dijo que sonó en la semana de la moda en Nueva York, estábamos todos emocionadísimos”, recuerda el productor. La versión en vinilo de este maxi está “muy cotizada”. El propio Spunky ha vendido alguna de las copias que tenía por 200 euros.
Las imágenes del disco, realizadas por Leila Méndez, una conocida y prestigiosa fotógrafa de moda de Barcelona, rezumaban cierto aire de boite, un brillo disco y setentero. El perro gigante de porcelana está en la contraportada para recordarnos a qué tipo de universo kitsch pertenece: quizá a la idea de glamur según el manual de Pitita Ridruejo. Tori Alimbau, que conoce muy bien estas coordenadas, se encargó del diseño, con el que sufrió porque no había mucho espacio limpio en la foto para las letras, y colocó una estrella bajo el nombre de Tamara, motivo que recuperaría para el elepé.
Nada más salir a la venta, en noviembre de 2000, el maxisingle se colocó en el número uno de las listas de ventas de Afyve. Y ahí se mantuvo, invariablemente, las ocho semanas que restaron hasta finalizar el año. Por encima de Mónica Naranjo, de Ricky Martin, de Estopa e incluso de Madonna. Esas ventas —unas 35.000 copias— le reportaron un disco de oro. No fue hasta el 29 de enero de 2001 que el single desapareció del top. Habían pasado tres meses e, incomprensiblemente, el disco largo no se publicaba. Estaban perdiendo el momento.
“Fueron meses de un culebrón”, recuerda Sergio Aguilar: “Ella no acudió al estudio de grabación cuando estaba previsto”. La producción ya había comenzado y faltaba la parte vocal, pero Tamara había dejado de dar señales de vida. No contestaba al teléfono y no se sabía dónde estaba. La trama se había comenzado a urdir, a espaldas de todo el mundo, en Navidad.
Según recuerda el director del sello, el gran éxito comercial del maxi de A por ti dio lugar a una serie de pujas por incluir en exclusiva la canción No cambié en los recopilatorios de fin de año, que se anunciaban en televisión y se vendían con alegría como regalo de reyes. Lo consiguió Vale Music, la compañía que dirigían los dj Toni Peret y el recientemente fallecido José María Castells, que incorporó la canción a su cuádruple CD Todo éxitos del año 2000.