
La niña violada por un joven inmigrante marroquí del centro de menores de Hortaleza (Madrid) ha relatado algunos de los aspectos más sórdidos de la agresión sexual -que constan en el sumario-, y de los que nos hacemos eco con toda la mesura y prudencia, obviamente, que demanda la situación. La pequeña ha desvelado que su agresor «me agarró del cuello para que no pudiera gritar», lo que revela la catadura de este delincuente que ha sido trasladado al mayor centro de reinserción de menores de Madrid.
Lo que son hechos probados es que un menor de 17 años violó a una niña y que dos días después, en plena conmoción por lo ocurrido, el delegado del Gobierno en Madrid pasó de puntillas sobre este atroz delito para poner el acento en la supuesta agresión sufrida por unos menas a manos de un grupo de encapuchados que, según Francisco Martín, respondían al clima de odio generado por la «extrema derecha». De la violación no cabe duda alguna, pero de la agresión a los menas caben todas las dudas del mundo, toda vez que los fascistas agresores no aparecen por ninguna parte y que diez días después de lo manifestado por el delegado del Gobierno la Policía no tiene indicio alguno de que lo ocurrido -si es que ocurrió- responda a una agresión de grupos neonazis en venganza por la violación de la niña.
En suma, que hay un joven violador marroquí trasladado a un centro de reinserción porque no puede estar en la cárcel , una víctima de violación y su familia destrozada, y unos menas que dicen haber sido objeto de una agresión que el delegado del Gobierno en Madrid atribuye -sin fundamento alguno- a peligrosos miembros de una banda de extrema derecha que no aparecen por ninguna parte. Este es el resumen de los hechos. Y luego vendrán los papanatas de siempre con la monserga de que no se puede decir que el joven inmigrante violador de la niña era marroquí, porque eso genera odio. Mamarrachos.