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Querida tía Julia,
No es mi costumbre lamer el ojo como lo exige el presidente Trump a sus ministros quienes son gente afrentá, inocua y anodina. Usted no sufre de los defectos de arrogancia y soberbia de muchos que necesitan les inflen el ego con zalamerías para así creerse importantes.
Soy una joven de 23 primaveras y resulta tía que Ramiro, mi noviecito, de trabajar trabaja, pero le suceden cosas. Por un tiempo se defendió preparando comidas con un primo para entregar a domicilio las cuales las guisaban en la casa de su madre. Sin embargo, una vecina a la que apodan “el Saludo” porque no se lo niega a nadie; lo atemorizó con estos de la licencia y la limpieza que exige el Departamento de la Salud en las cocinas y lo que requiere el alcalde Arunan Arulampalam.
Por esto motiv