EEUU y Trump, con su diplomacia de lenguaje claro que combina el elogio y el puñetazo en la mes a, son los responsables directos de este innegable éxito, que unos pocos niegan y que mucho oportunista sin escrúpulos se quiere apuntar.

Donald Trump ha vuelto a demostrar que su lenguaje directo, su innegable sentido del espectáculo y su formidable intuición política pueden convertirse en instrumentos de una diplomacia singularmente efectiva. Su intervención ante la Knesset, el Parlamento israelí de ayer no será recordada únicamente por su tono y su escenografía, sino por la magistral manera en que combinó el elogio, la advertencia y la estrategia en un mismo discurso . Pocas veces un líder extranjero ha pronunciado palabras tan audaces, con tanto simbolismo y tan calculada claridad, en

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