Sánchez cayó en manos de Ábalos, Koldo o Cerdán, personajes de quinta fila o damnificados por el 'establishment' de un partido cuyos tótems y cuadros se alinearon en 2017 con Susana Díaz para acabar con su liderazgo. En siete años y medio, no supo o no pudo soltar el lastre que hoy desestabiliza al PSOE
Anticorrupción pide 24 años de cárcel para Ábalos por el caso de las mascarillas
Santos Cerdán sale de la cárcel casi cinco meses después: “Confío en que la verdad se imponga”
Cuando Pedro Sánchez reconquistó la secretaría general del PSOE en 2017 era sobre todo un político precavido. No se fiaba de nadie. Tenía motivos. La mitad de su última Ejecutiva le había traicionado; los barones habían participado de un golpe sincronizado desde Andalucía para tumbar su liderazgo y, tras la convocatoria de unas primarias para decidir quién tomaría las riendas del partido, tótems y primeros espadas de los territorios se volcaron con la candidatura de Susana Díaz. Los cuadros medios optaron por el segundo aspirante en liza, el vasco Patxi López. Y Sánchez echó mano del sobrante, de socialistas de cuarta y quinta fila, lo que unos llaman “los desarrapados”, otros, “los apartados” y alguno, “los eternos damnificados por el establishment”.
Ahí empezó todo. Fue durante aquella campaña cuando se acercaron a él personajes como José Luis Ábalos, Santos Cerdán, Koldo García, José Antonio Rodríguez Salas (el exalcalde de Jun, cuya historia aún está por escribir), Paco Salazar y otros perfiles similares. Todos ellos forman parte de una historia de éxito (la de las primarias) con un final de ruina moral. Porque algunos han sido con el tiempo protagonistas de algunos de los capítulos de miseria, insolvencia, corrupción, acoso sexual o machismo que envenenan los sueños del hoy presidente del Gobierno y de todo el PSOE.
Este miércoles la Fiscalía Anticorrupción ha pedido 24 años de prisión y multa de más de 3,9 millones de euros para el exministro de Transportes José Luis Ábalos por las supuestas irregularidades en la compra de mascarillas durante la pandemia. Y otros 19,5 años y 3,9 millones de multa para quien fuera su asesor, Koldo García. Se les acusa de cinco delitos: organización criminal, cohecho, uso de información privilegiada, tráfico de influencias y malversación.
Y también este miércoles el juez del Tribunal Supremo Leopoldo Puente decretó la libertad provisional de Santos Cerdán, tras cinco meses en prisión, al considerar mitigado el riesgo de destrucción de pruebas y “robustecidos” los indicios de delito, tras un último informe de la Guardia Civil y varios registros realizados la semana pasada en varias empresas vinculadas a la trama que operaba en el Ministerio de Transportes en tiempos de Ábalos como su titular. La UCO apunta a que el ex secretario de Organización del PSOE actuó como “enlace” entre las empresas constructoras y el Ministerio para conseguir comisiones del 2% por el amaño de obra pública. Según los investigadores, el 75,33% de los ingresos de la empresa Servinabar —propiedad de Joseba Antxon Alonso y con una participación de Cerdán del 45%— provenían de Acciona (6,7 millones de euros), que pagaba un porcentaje a la empresa navarra por cada obra que obtenían de forma irregular. El exdirigente socialista habría usado para gastos particulares una tarjeta de crédito de la empresa Servinabar, la misma que pagó el alquiler para él de dos casas en Madrid una vez que este fue nombrado secretario de Coordinación Territorial del PSOE (número dos de Ábalos) y que tuvo a sueldo a su esposa, su hermana y su cuñado.
Ambas decisiones han supuesto una dosis de recuerdo de cómo se tejió la relación personal entre Sánchez, Ábalos, Koldo y Cerdán y de la funesta política de personal del presidente del Gobierno. Y es que Sánchez no supo o no pudo desprenderse de nombres que más que talento o vocación de servicio público han aportado escenas que acreditan que la política era para ellos un instrumento al servicio de sus intereses particulares. No en vano, el Ministerio Fiscal ha situado el origen de la trampa que operaba en Transportes en aquellas primarias. Todo empezó en 2017. Ábalos conoció de la mano de Santos Cerdán a Koldo García “durante los viajes realizados en la promoción” de la candidatura de Sánchez. García militaba en el Partido Socialista de Navarra (PSN) y era un hombre “de la confianza de Santos Cerdán”, miembro del Parlamento foral entre 2014 y 2017.
El fiscal recuerda que fue precisamente Cerdán quien, una vez que fue nombrado secretario de Coordinación Territorial del PSOE y Ábalos, secretario de Organización, recomendó a este que contratara con Koldo García para que le hiciera de conductor. Ello determinó que Koldo García se trasladara a Madrid y pasara a estar en nómina del PSOE desde octubre de 2017. Una vez nombrado ministro, en junio de 2017, Ábalos decidió que en lugar de conductor, Koldo le haría de asesor y delegó en él “un buen número de tareas de muy diversa índole, tanto profesionales como personales, lícitas e ilícitas”, señala el fiscal anticorrupción.
“Tú sabes los motivos”
España se divide hoy entre quienes sostienen que todo esto es una historia de deslealtad y traición a Sánchez de quienes formaron parte de una trama corrupta para enriquecerse de forma ilícita y quienes ya han sentenciado que el presidente era, además de responsable de sus nombramientos, conocedor de todo. No hay nada que así lo acredite, si bien es razonable preguntarse si Sánchez nunca sospechó, percibió señales o fue avisado por alguien del comportamiento de sus más estrechos colaboradores.
Hasta donde la memoria alcanza y también han acreditado distintas fuentes socialistas, incluidos algunos de los protagonistas, cuando el presidente prescinde de Ábalos como ministro en julio de 2021 sabía de su desordenada vida personal, si bien nada le dijo al respecto cuando le comunicó su salida del Gobierno y también de la secretaría de Organización del PSOE. “Tú sabes los motivos”, le espetó lacónico.
Durante un tiempo Ábalos mantuvo intacta la relación con Cerdán, que ocupó su cargo en el organigrama del partido, con la vigilancia de Adriana Lastra como vicesecretaria general. Y, aunque durante meses el exministro no tuvo contacto alguno con Sánchez, fue precisamente Cerdán quien le animó a que le mandara mensajes y análisis sobre el momento político para mantener el contacto y reconstruir los puentes rotos. Así lo hizo hasta que una tarde de septiembre, Sánchez le telefoneó y le convocó a un café en La Moncloa para cambiar impresiones.
El propio Ábalos ha contado que fue en aquella cita cuando Sánchez le dijo “tu error ha sido confiar en Koldo, que es quien te ha llevado a la ruina”. Para entonces, a La Moncloa, según testimonio de algunos colaboradores del presidente, habrían llegado noticias de asuntos turbios sobre el exconductor del ministro. En aquel momento, Cerdán confesó en conversación con algunos periodistas que la presencia siempre de Koldo en un antedespacho del Ministerio anexo al del ministro resultaba inquietante y que él mismo había dado un toque de atención a Ábalos al respecto, tras encontrar en ocasiones a algunos empresarios despachando con García en las dependencias ministeriales. Versión sorprendente, cuando menos, ahora que ha quedado acreditado que la trama empezó a operar en Navarra con Koldo y Cerdán, en 2014, mucho antes de que Ábalos conociera a ambos y empezara a formar parte de la misma.
El caso es que a partir de aquel septiembre Ábalos, además de ser nombrado presidente de la Comisión de Interior del Congreso de los Diputados, salió del ostracismo y pasó a tener una presencia frecuente en los medios de comunicación para defender la labor del Gobierno. Una misión que, según su versión, le pidió el presidente.
Cerdán seguía, por su parte, al frente de la organización del partido en medio de constantes rencillas con Adriana Lastra que, tras ser relevada de la portavocía parlamentaria, se dedicó en exclusiva a la vicesecretaría general. El pulso entre ambos por el control de los territorios y una supuesta operación de la asturiana para tejer los mimbres del post sanchismo que llegaron a oídos de Sánchez acabó con Lastra fuera de Ferraz. Y con el secretario de Organización con el camino expedito para hacer y deshacer sin la supervisión de nadie, ya que la doble condición de María Jesús Montero como vicesecretaria general y vicepresidenta primera del Gobierno no le dejaba tiempo para labores orgánicas.

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