Tras casi cuatro años desde el inicio de la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania, y la consiguiente guerra de desgaste en territorio ucraniano, el curso de acción del conflicto ha alcanzado un punto irreversible. La situación puede escalar y empeorar –para todos–, pero no mejorar para Ucrania.
Las dinámicas en el frente de guerra ucraniano hacen factible no solo el establecimiento de las bases para la resolución del conflicto, sino que aproximan el momento crítico en el que uno de los contendientes –para el caso, se trata de Ucrania– tendrá que asumir concesiones estructurales. Sean estas de facto (cesión de territorios, neutralidad geopolítica) o de iure (reforma constitucional, reducción del tamaño de las fuerzas armadas, no adhesión a alianzas militares).
Es obvio que para Ucrani

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